viernes, 4 de noviembre de 2016

UMPIRES

Umpires: responsables del orden en el béisbol.

              
     Dijo el famoso e innovador, en otrora dueño de equipos de béisbol, Bill Veck, que el béisbol es casi la única cosa ordenada en un mundo desordenado, que si tienes tres strikes, ni el mejor abogado puede sacarte de ese aprieto. Esa frase es una de tantas que mejor ilustra las cualidades de tan hermoso juego. El béisbol es orden y equilibrio en su expresión máxima. El orden ofensivo es una muestra clara y contundente de lo mismo, pues cada jugador tiene las mismas posibilidades de destacarse y contribuir a la causa de su equipo.

     El orden casi milimétrico del béisbol se le puede atribuir a su perfeccionismo innato. Si hay algún deporte al que se le pueda tildar de perfeccionista, ese es el béisbol, por años reformando normas para conseguir el mayor equilibrio posible, todo desde la tarde aquella de 1845, cuando alguien propuso que estaba bueno ya de que el béisbol fuera un juego improvisado y que se organizara en reglas. Hasta ese momento el béisbol era protagonizado exclusivamente por jugadores. El joven Cartwright, autor de las primeras reglas, sabía que las leyes del béisbol serían inútiles si no hubiese quien las hiciera cumplir y respetar, por eso, no solo inventó el foul, las cuatro bases y los tres outs por inning, sino que también inventó la figura del umpire, y justamente fue el, el primero en ejercer dicho oficio y también ese día, se vio la primera discusión entre un umpire y un árbitro, lo cual terminó en expulsión y muta del primer expulsado de la historia: JW Davis, por decir groserías, lo multó con seis centavos.
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     Los umpires del béisbol pocas veces reciben su homenaje, quizás sea parte natural del oficio que desempeña, tal como lo ilustra aquella frase que dice que cuando los árbitros se equivocan siempre son mencionados, pero que cuando hacen su trabajo bien, pasan por debajo de la mesa. Son los centinelas invisibles del orden en el juego, por eso cuando fallan, sus errores se notan, y en gran medida.
                     
     Roberto Olivo, considerado el mejor umpire que ha pasado por Venezuela, dijo una vez que cuando los jugadores salían al terreno la afición los aplaudía, pero cuando los árbitros salían, los abucheaban, pero que para él, los abucheos eran sus aplausos, por lo tanto el se quitaba la gorra y saludaba, entonces la afición los abucheaba más.
                   
     A pesar de todo el oficio de ser umpire no es tan ingrato como muchos piensan. Sin ellos, el juego sería una anarquía total, la pulcritud, orden, belleza del espectáculo, corre por cuenta de los umpires, por eso cuando fallan, el aficionado se los hace saber. Sin embargo, errar es de humanos, y los árbitros también lo son. A principios de los tiempos del béisbol el trabajo de los umpires se basaba en simple conocimientos de las reglas básicas del juego, no había especialización para tal oficio, ni tampoco ningún tipo de formación, no hay tampoco un gremio. Los equipos antes de disputar un juego, elegían a uno de los jugadores o simplemente un aficionado para ser el umpire, y se consideraban dos factores: el conocimiento de las reglas y su reputación como persona honesta, cualidad esta última que debe siempre acompañar a los umpires.
                      
     Como el oficio aun no estaba especializado los árbitros no tenían uniformes y simplemente asistían a los juegos en ropa de civil, generalmente con un sombrero, como los umpires del cricket, y un bastón, y como no había ninguna clase de protección, el único árbitro del juego se paraba, se arrodillaba o buscaba una silla y se sentaba en territorio de foul, al lado de la raya de la primera base. Tiempos románticos del béisbol. La profesionalización del juego, trajo consigo asimismo, la profesionalización de los umpires. Hasta 1871 los umpires eran voluntarios, pero ese año, con la formación de la National Association determino que ya los umpires no serían elegidos al azar, sino que el equipo visitante, daría al equipo local, una lista de cinco hombres de la ciudad, y ellos elegirían el umpire para ese juego. Ese fue el primer paso.
                      
     La Liga Nacional, fundada en 1876, introdujo dos años después, una normativa que obligaba al equipo local a pagarle 5 dólares por juego a cada umpire, y un año después, el presidente de la Liga, William A. Hulbert, creó el primer staff de umpires, una lista con 20 hombres, de la cual los equipos podían elegir el árbitro para cada juego. Sin embargo, la falta de formación de los árbitros, tuvo como consecuencia que los árbitros fueran protagonistas del juego, muchos de ellos favoreciendo al equipo local. De esta época data el infame umpire, Richard Hihgman, expulsado de por vida del béisbol en 1882 porque se descubrió que se había  vendido a los apostadores para acomodar los resultados de los juegos. Una muestra del excelente trabajo realizado por los umpires a lo largo de los años, es que tras más de 150 años de historia, solo uno de ellos ha sido encontrado culpable de deshonestidad.
                     
     Ese mismo año, 1879, la liga competencia de la Nacional, la American Association, fue más allá: contrató a los umpires, le asigno sueldo de 140 dólares al mes, que serían pagados por la misma liga e instauró el uso de uniforme. El año siguiente la Nacional hizo lo mismo, completándose así la formación del profesionalismo en los umpires.
                      
     Pero en aquel tiempo el béisbol no era  ni la sombra de lo organizado que es ahora. El trabajo de los umpires, se había convertido en un oficio sumamente peligroso, con frecuencia eran insultados, pateados y golpeados por lo jugadores, sumado a los insultos de los fanáticos, quienes también le lanzaban objetos al campo y el cambio constante de las reglas transformó el trabajo en algo estresante. Con regularidad la policía resguardaba la seguridad de los umpires, quienes estaban desamparados, la prensa los atacaba, los dueños criticaban con frecuencia su trabajo y cuando un umpire se defendía de los golpes de algún jugador o lanzaba hacia las gradas uno de los tantos objetos que el público les tiraba, los umpires eran fuertemente penalizados. En lo laboral, el ambiente era hostil hacia los “hombres de azul”, con frecuencia se retardaba el pago de sus honorarios. Muchos dejaron el trabajo y se dedicaron a otra cosa.
               
     Pero así como en esta época tumultuosa surgieron grandes jugadores, también surgieron grandes umpires. El primer umpire profesional de todos los tiempos fue William “Billy” McLean, pugilista de medio tiempo, quien tenia una gran reputación de hombre justo, y reclamó a la Liga Nacional un aumento de sueldo para todos los umpires, petición que fue escuchada.
                     
     Robert V. Ferguson y John H. Gaffney fueron dos grandes innovadores en el arbitraje del béisbol. Ferguson, quien fue conocido como “la muerte de las cosas voladoras” era conocido por su mano de hierro, era un autócrata ejerciendo autoridad, mientras que Gaffney lo hacía con diplomacia y tacto. Gaffney cambio la forma en que se manejaba un juego de pelota: arbitraba detrás del plato con las bases vacías, pero cuando alguien se embasaba, trabajaba detrás del pitcher, para tener mejor control de la situación. Fue algo innovador, porque antes de eso, los umpires trabajaban de una de las dos maneras solamente, sin importar si había o no hombres en base. En 1888 Gaffney era el árbitro mejor pagado, ganando 2500 dólares al año.
                     
     Otros umpires excelentes del siglo XIX fueron John “el Honesto” Kelly, quien trabajó en cinco de las siete Series Mundiales del siglo 19; Timothy Hurst, quien era un árbitro que sabía defenderse con insultos y golpes; Benjamín F. Young, quien murió en un accidente mientras se dirigía a uno de los juegos, quien además en 1887 escribió un código de ética para los umpires, además de una propuesta de diez puntos para mejorar su estatus; John F. Sheridan, prototipo del umpire moderno, quien fue el primero en trabajar detrás del plato en la posición que usan los umpires actualmente y John A. Heydler y Thomas J. Lynch, quienes luego serían presidentes de la Liga Nacional.
                      
     En 1903, cuando la Liga Nacional y la Americana firmaron un acuerdo de paz, se reconocieron mutuamente y acordaron organizar la Serie Mundial, fue beneficioso para el estatus de los umpires. Hasta la unión de ambos cuerpos de umpires de ambas ligas que vino en el año 2000, la Liga Americana gozó de la reputación de que sus árbitros eran los mejores. Y no fue una reputación que vino gratis, el respeto del cual gozan los umpires en nuestros días, fue abanderado por la Liga Americana desde sus comienzos, especialmente su primer presidente Ban Johnson, quien trabajo incesantemente para dejar bien en claro que los ábritros serán respetados bajo todas las circunstancias, sus decisiones serían inapelables y los jugadores que le faltaran el respeto serían suspendidos. Johnson elimino la violencia como mecanismo de defensa de los umpires y por el contrario promovió a sus oficiales el uso del tacto y la diplomacia. Para fines de la Primera Guerra Mundial, los ábritros eran tan respetados, como lo son hoy día. Clarance Rowland, antiguo umpire dijo: “Los árbitros deberían quitarse la gorra cada vez que el nombre de Ban Johnson es mencionado.”
                  
     Ban Johnson, al frente de la Liga Americana, también procuró tener los mejores jueces en el campo, e instauró como regla el sistema de dos umpires en el juego. Antes de 1902 todos los juegos eran oficiados por un solo umpire. En el pasado, varias de las Grandes Ligas, usaron sistema de dos umpires, pero era rechazado por los dueños. Pero el juego del béisbol se había convertido en un juego rápido y con muchos detalles, como para que un solo hombre mantuviera la armonía y el orden, ya que cuando el umpire no estaba mirando, los jugadores tendían a hacer trampa. Ban Johnson instauró el sistema de dos umpires en su liga, lo cual fue imitado luego por la Nacional.
                      
     La Liga Nacional también tuvo sus grandes umpires. Uno de ellos era el canadiense Bob Emslie, quien usaba un peluquín porque era calvo; Cy Rigler, quien fue el primero en usar el brazo derecho para cantar strikes; Hank O’ Day, famoso por su tecnicismo; William Byron, no en vano apodado “Lord Byron” quien siempre anunciaba sus decisiones con versos o canciones. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, los árbitros eran las figuras más respetadas del terreno de juego y la rudeza contra ellos ha ido declinando. Ahora reciben ocasionales abucheos, cuando se equivocan, cuando su zona de strike no es constante o cuando quieren tener un protagonismo excesivo en el juego.

Grandes árbitros en Venezuela.
     En América Latina, el desarrollo del oficio del umpire ha sido similar al de las Grandes Ligas. Desde un pasado de hostilidad y rudeza contra los árbitros, hemos llegado también al deseable estado de respeto y admiración hacia estos señores sobre los cuales pende el equilibrio del juego.
      
     En Venezuela ha habido muchos árbitros muy buenos, así como los ha habido muy malos. Lamentablemente, hay un vacío informativo a la hora de hablar de umpires, ya que el crédito del béisbol, se lo llevan en mayor medida los jugadores. Por tal razón, y sumada a mi propia falta de voluntad para investigar mas sobre el tema, mi conocimiento sobre los árbitros más grandes de Latinoamérica, es escaso, por eso mencionaré solo a dos árbitros, de los grandes que han pasado por el país. El primero de ellos es el primer gran árbitro de Venezuela: Roberto Olivo.
             

Roberto Olivo               
     Considerado el mejor umpire que ha hecho carrera en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, inició su inquietud deportiva desde que tenía 16 años. En el club San Bernardino practicó baloncesto, natación, voleibol, atletismo, hasta que en una oportunidad necesitaban un umpire y lo pusieron detrás del home, y lo hizo de manera tan acertada que desde entonces tomó al arbitraje como su hobby preferido, pues en el día se dedicaba a sus labores como empresario y por las noches acudía a los estadios a impartir justicia en los partidos de beisbol, llegando a participar como tal en Series del Caribe.
     Inició su carrera profesional en 1938 en la Primera División y en el béisbol menor y se retiró en 1968. En ese período estuvo presente en juegos legendarios como aquel donde “Patón” Carrasquel y Roy Welmaker se fajaron en un duelo de pitcheo de 17 episodios, donde ambos serpentineros tuvieron labor completa en aquel partido disputado el 20 de enero de 1946 y donde “Tarzán” Olivo fue el principal de ese día. Fue testigo detrás del home del primer juego sin hits ni carreras que se gestó en nuestra pelota. Esa hazaña fue realizada por Lenny Yochim de los Leones del Caracas el 8 de diciembre de 1955 y la victima fue el Magallanes. Además, Olivo estuvo en los compromisos definitivos que le dieron el primer gallardete tanto a Magallanes (1949-1950) como a los Leones (1952-1953). Su gran pasión por la actividad deportiva y su disciplina, que lo llevaron a recibir todos los reconocimientos posibles, lo acompañaron siempre, ya que en sus últimos años se dedicó a la pesca, y presidió el club de pesca de pavón. En el año 2003 fue inmortalizado al ingresar al Salón de la Fama del béisbol venezolano dentro del conjunto de personalidades que dieron apertura al templo de estrellas del circuito criollo. Dos años más tarde (22-07-2005) falleció en el estado Miranda.
               
Roberto “Musulungo” Herrera  
     Cuando un servidor comenzó a ver béisbol, por allá en el año 1995, el árbitro más respetado y en el que más se podía confiar era “Musulungo” Herrera. Todo en el respiraba autoridad, su voz, su porte, sus gestos. No en vano la Liga de Béisbol Profesional siempre le asignaba el plato en los séptimos juegos de las finales. Hasta no hace mucho pensaba que “Musulungo” era venezolano, pero mis investigaciones me llevaron a descubrir que nació en La Habana, Cuba, un 21 de abril de 1936 y jugó en las Grandes Ligas en 1955 con los Cardenales de San Luis, después de haber jugado con los Rojos de su natal Habana.
                          
     Tuvo la oportunidad de jugar con los Cardenales y cuando lo subieron a entrenamientos primaverales, pero un brazo lesionado le impidió quedarse y lo regresaron a Ligas Menores.Su estancia en el béisbol de EU fue de siete años, incluyendo cuatro en triple A. Después de esa experiencia vendría a mostrar su talento al béisbol de Cuba, México, Venezuela, Nicaragua y Panamá.
     

     En 1975 se retiró definitivamente del béisbol, pero no de la actividad beisbolística, porque se convirtió en el más importante umpire de todo el Caribe, con principal base en Venezuela, donde su nombre raya en la leyenda. Ser umpire es uno de los trabajos más menospreciados del mundo, pero aún así Roberto supo darle una cariz a su trabajo que hizo de él un umpire apreciado, cosa casi imposible en el béisbol, nunca quiso ser algo más que lo que fue, un hombre agradable con un profundo conocimiento del béisbol.
  
     Su capacidad para dirigir los encuentros de béisbol lo llevó a darle vueltas a todo el caribe y hasta fue llamado para ser umpire en las mayores, donde no pudo arbitrar por algunos problemas personales. Su alto nivel fue logrado a punta de trabajo y estudio, efectuó diversos cursos en México y en los Estados Unidos Fue considerado por mucho tiempo como el mejor umpire de Venezuela, “el arbitraje fue tan importante como mi familia” Al ser consultado sobre qué se requiere para ser un buen umpire, ‘Musulungo’ fue enfático al señalar que ‘considero que debes tener corazón y cojones para que te respeten. También debes aprender a vivir solo, ya que los torneos le dejan a uno poco tiempo para hacer vida social’. “Musulungo” es un apodo muy extraño, en relación a ello nos comentaba, “Un compañero en la isla me dijo que me parecía a un amigo suyo que le decían ‘Musulungo’. A partir de allí empezaron con la ‘guachafita’ de llamarme de esa forma y me quedé así por siempre. Si bien en un principio me molestaba muchísimo, luego me tuve que acostumbrar. De hecho, en algunas ocasiones me sorprendo cuando algunas personas me llaman por mi nombre y no por mi apodo”.

                                                                       Árbitros en el Salón de la Fama
     En el Salón de la Fama de Cooperstown han sido exaltados al día de hoy, nueve umpires, en reconocimiento por su gran labor en el béisbol. Solo le presentaremos a tres de ellos, los que más me impresionaron:
                                                                               
                                                                                  Tom Connolly
     En 1953 se convirtió junto a Bill Kleim, en los primeros umpires en llegar al Hall de la Fama. Connolly es también junto a Kleim, los únicos umpires en trabajar en cinco décadas. Connolly trabajo tres años en la Liga Nacional, entre 1898 y 1900 y luego de eso trabajo 31 años en la Liga Americana, entre 1901 y 1931, donde además fue supervisor de umpires. Gracias a su labor y al apoyo recibido por los directivos de la Liga, los árbitros de la Americana se ganaron una sólida reputación de integridad, ya que los mismos eran evaluados con altos estándares.

     Connolly era originario de Manchester, Inglaterra y su deporte favorito de niño, era el Cricket, pero cuando su familia se mudo a Estados Unidos, se vio atraído por la complejidad del béisbol y se convirtió en un experto de las reglas. En 1898 debuto en la Liga Nacional, a la cual renuncio pocos años después debido a que el Presidente de la Liga no respadaba las decisiones de los umpires en el campo. En 1901 Ban Johnson, a quien hemos mencionado antes, contrato a Connolly como umpire de la Liga Americana, convencido por el proyecto de Johnson de mejorar el estatus de los umpires, hacerlos respetar y respaldar sus decisiones. Connolly mismo fue el árbitro del primer juego de la Americana, el 24 de abril de 1901. Connolly se ganó fama por expulsar muy fácilmente a los jugadores, habiendo expulsado a 10 en su primera temporada, pero años después pasó 10 años sin expulsar a nadie. Otra cosa por la que era conocido era por saber manejar a los jugadores difíciles, como Ty Cobb, a quien expulso una vez por cruzar el plato para batear un lanzamiento de un boleto intencional. Connolly tenía una gran reputación, por eso recibió el encargo de oficiar partidos importantes, como los primeros realizados en Comiskey Park, Shibe Park, Fenway Park y el viejo Yankee Stadium. También fue el único umpire de la Americana, seleccionado para trabajar en la primera Serie Mundial, de 1903. En 1931, Johnson ya no era el presidente de la Americana, sino Will Harridge y justo por ese tiempo se decía que la calidad de los umpires de la liga se había deteriorado, y Connolly forzó su retiro para convertirse en el primer supervisor de umpires, cargo que desempeñó hasta 1954. En su carrera, Connolly trabajó en 8 series mundiales, cinco no hitters, incluyendo el perfecto de Addie Joss en 1908, en los cinco, Connolly fue el principal.                                                                   

                                                                               Billy Evans
     Evans fue llamado “El niño Umpire”, por ser el más joven en oficiar en un juego de Grandes Ligas, a la edad de 22 años y también el más joven en aparecer en una Serie Mundial, a la edad de 25 años. Atleta y buen estudiante en su años de adolescente, sus estudios de derecho se vieron interrumpidos por la repentina muerte de su padre, lo cual también frustro su carrera deportiva. Poco después Evans comenzó a trabajar como reportero deportivo y mientras cubría un juego de béisbol aficionado a principios del siglo pasado, uno de los managers, se le acercó para ofrecerle que llenara la vacante de árbitro, Evans no estaba muy interesado, pero acepto cuando le dijeron que el sueldo era de 15 dólares por juego, el equivalente a lo que el ganaba como reportero en una semana.

    Evans desempeño ambos trabajos muy bien, y en 1906 fue recomendado a Ban Johnson para que lo dejara trabajar en la Liga Americana

     Evans llego al béisbol profesional, como umpire, a la edad de 22, y a diferencia de sus contemporáneos, el no había jugado béisbol profesional y tenía poca experiencia en el béisbol aficionado. Al final de su carrera Evans había actuado en seis Series Mundiales, y en la época donde solo se usaba 2 árbitros o a veces hasta uno solo, Evans oficio por si solo siete doble carteleras en ocho días.
     
       La humildad de Evans como umpire contrastaba con la de sus pares. Una vez: “He fallado muchas decisiones en mi vida. En el momento de la jugada, no tenia duda que había acertado pero, dos o tres minutos después tenia la sensación de haber fallado y hubiese deseado cambiar mi decisión original”. Sin embargo su honestidad no lo salvo de los ataques de la afición ni de los jugadores. El 15 de septiembre de 1907, en un juego entre los Browns de San Luis y los Tigres de Detroit, un espectador lanzó una botella hacia Evans, causándole una lesión de cráneo y dejándolo inconsciente.
  
     Evans fue un innovador en su oficio y es recordado como el primer umpire que corría a una base donde se producía una jugada para tener mejor visión de la misma, además de eso, durante toda su carrera Evans abogó por que los umpires recibieran una formación previa.
  
     A pesar de ser reconocido por un umpire que rechazaba la violencia, Evans se vio envuelto en 1921 en una riña con Ty Cobb, luego de que este lo amenazara con azotarlo con un látigo. Se cree que Evans llamó a Cobb al cuarto de los umpires, y ambos tuvieron una pelea bajo las gradas en la que los jugadores de ambos equipos participaron como espectadores, los jugadores de los Tigres auparon a Evans. Cobb recibió suspensión de un juego, mientras que Evans trabajo varios días con un vendaje. Antes de la pelea ambos acordaron que no notificarían de la misma a los oficiales de la Liga, sin embargo la misma llegó a oídos del presidente Ban Johnson, quien reacciono con un humor poco usual, diciendo que lamentó habérsela perdido. Evans fue exaltado al Salón de la Fama en 1973.

                                                                               Bill Klem
     Frecuentemente considerado el mejor umpire de todos los tiempos, William Klem es también considerado el “Padre de los Umpires en el béisbol”. Al momento de su retiro ostentaba la marca para mas años de servicios como umpire, 37, asi como el del árbitro de mayor edad, 67. Klem fue admirado como un árbitro que le trajo dignidad y profesionalismo al oficio de ser umpire. En el plano de la innovación, Klem fue el primero en utilizar señales para cantar bolas y strikes y fue el primero en utilizar peto protector por dentro de la indumentaria, lo cual se ha vuelto estándar, y su respetabilidad era tanta, que se convirtió en árbitro de home plate, exclusivamente.
     
     Klem también tiene la marca del árbitro que más participación tuvo en Series Mundiales, trabajando en un total de 18, ningún otro umpire ha llegado ni siquiera a 10 Series Mundiales.

     Klem trabajo en el primer Juego de Estrellas realizado en 1933 y también en el de 1938. Llamó bolas y strikes en cinco no hitters, también fue el principal el 16 de septiembre de 1924, cuando Jim Bottomley, de los Cardenales de San Luis impulsó 12 carreras. Klem llegó al Hall de la Fama en 1953, siendo el primer umpire en ser exaltado junto a Tom Connolly, con quien también comparte el privilegio de ser los únicos umpires en laborar en 5 décadas.

     Los umpires merecen el mayor de nuestro respeto. Ellos tienen que tomar decisiones en milésimas de segundos, desde un solo ángulo y con el temor de que el mundo le caiga encima, mientras que nosotros la vemos desde nuestra casa, repetida cien veces, desde 10 ángulos diferentes y sin temor a ser juzgados por nadie. Aunque a veces los errores de los árbitros son de enormes magnitudes, como por ejemplo, la decisión de Jim Joyce que le quitó un juego perfecto a Armando Galarraga o peor aun, el error del umpire aquel que le costó a los Cardenales de San Luis, la Serie Mundial de 1985. Después de todo, los umpires son humanos y también se equivocan.


Por Alex Ulacio (http://desdeelbullpen.blogspot.com/)

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